A nuestras amigas del estado

Nacional


Fueron semilla, somos memoria. Y sabemos que el régimen del 78 no es más que la herencia directa del régimen del 39, cementerio fascista construido sobre los sueños de aquellas que lucharon para construir el futuro en el presente. Fueron semilla. El régimen del 78 es la actualización necesaria de una ideología colonial y autoritaria, tal y como nos recuerdan cada 12 de octubre, y tal y como nos lo recordó aquél que recibió como herencia el deber de mantenerlo todo atado y bien atado. Somos memoria.

Lo que sigue, es un intento de compartir unos hechos, unas vivencias y unas oportunidades que nos han explotado entre las manos. Es un llamamiento a mirarnos, escucharnos y reconocernos, un grito que pretende llegar a todas esas personas que organizadas o no, son memoria. Un grito que urge a reconocer la magnitud de los acontecimientos que estamos viviendo, sufriendo, soñando. Un grito que reconozca que no sabemos, que estamos atónitas ante la emergencia de una dignidad colectiva que se ha apoderado de nuestras prácticas y de nuestros lemas, pero que nos trasciende y nos desborda, evidenciando nuestra autorreferencialidad y colocándonos ante nuestras propias contradicciones. Es un grito de auxilio para pensarnos juntas y responder colectiva y fraternalmente al enemigo, y a las oportunidades que compartimos. Es una invitación a ganar, a saltar por la ventana que hemos abierto en la Historia.

Sonábamos con la independencia para cambiarlo todo, y nos equivocábamos. Todo está cambiando ya.  Lo vivido estas últimas semanas ha hecho estallar los soportes que le quedaban al estado en Catalunya, ofreciéndonos una realidad en la que los sueños van cogiendo cuerpo, cuerpos. Cuerpos que defendieron la dignidad y sufrieron la violencia y el miedo; cuerpos que se articularon por encima de banderas, fronteras e identidades, construyendo un vínculo social, un pueblo, que ha desconectado del estado y ha empezado a gobernarse a sí mismo. 

Un cuerpo, un pueblo que ha sentido la desobediencia, desobediencia generalizada. Una desobediencia destituyente que se ha enfrentado al poder, agujereándolo y diluyéndolo en una malla de complicidades y de solidaridades, en el que el poder popular se ha hecho real, concreto, constituido. Poder popular materializado en la malla de los Comités de Defensa del Referéndum; de los cortes de carretera; de la ocupación de la universidad; de la defensa de los cientos de institutos y colegios electorales; de la huelga general que arrastró hasta a los enemigos de clase; de la unión entre la clase trabajadora y las asambleas de barrios y de pueblos. Un poder popular que fue capaz de parar la fuerza represiva de todo un estado y materializarse en más de dos millones de personas anónimas, desobedientes y rebeldes.

Hemos vivido una insurrección, una insurrección generalizada. Una insurrección constituyente con conciencia de sí misma. Una insurrección que puede ser profundizada al enfrentarla a la diversidad de opresiones y privilegios que nos someten, tal y como nos enseñan las compañeras zapatistas, kurdas, indígenas, migrantes y populares en proceso de emancipación. Nos encontramos ante la oportunidad de poner en el centro la vida y los múltiples procesos de liberación en el que estamos insertas, de construir un proceso constituyente que gravite en torno al poder popular materializado en la revuelta; un proceso constituyente que emane del conjunto y de la diversidad de las luchas de liberación presentes en nuestros territorios. Tenemos la oportunidad de cuestionarlo todo. De cuestionar el capitalismo, el patriarcado, el colonialismo y el racismo que padecemos, y del que también nos beneficiamos. Tenemos la oportunidad de disputar los supuestos consensos sobre la UE, el FMI, el BCE y el Euro. De poner negro sobre blanco que la Unión Europea no es más que una forma concreta a través de la cual el Centro subsume a las Periferias, tanto a las que están dentro de sus fronteras como las que están afuera, y que el Euro no es más que el brazo armado que facilita el intercambio desigual y genera dependencia. Tenemos la oportunidad de cuestionar la dominación hetero-patriarcal en todas y cada una de las estructuras políticas, económicas y sociales que se deberán construir. Tenemos la oportunidad de desalambrar el conjunto de relaciones coloniales y racistas sobre la que se asienta nuestra supremacía blanca. Tenemos la oportunidad de construir un proceso constituyente capaz de convertir en espacios de soberanía todas y cada una de las luchas que la constituyen.

La soberanía no es el estado, el gobierno o las fronteras, como bien nos lo ha enseñado Grecia. La autodeterminación es la materialización de la soberanía, un proceso con el que nos apropiamos de los medios de reproducción social, y que tiene como objetivo la producción ampliada de la vida. Es un proceso que se escribe en plural, soberanías, ya que abarca todas y cada una de las dimensiones que componen nuestra vidas compartidas, nuestras vidas colectivas. 
Es un proceso que viene de atrás, para ir muy lejos, que se cocina a fuego lento y se hace con las manos.

Las soberanías se concretan en el derecho de las personas y de los pueblos a la socialización de la economía, y que éste, tenga como objetivo la reproducción ampliada de la vida y la colectivización de los trabajos y de los beneficios tanto del ámbito productivo como del reproductivo. 

Las soberanías se concretan en el derecho de los individuos, las comunidades y los pueblos a tomar sus propias decisiones sobre la generación, distribución y uso de energía, de manera que estas decisiones se ajusten a las circunstancias ecológicas, sociales y culturales de estas comunidades y pueblos.

Las soberanías se concretan en el derecho de las personas y de los pueblos a alimentos adecuados desde el punto de vista saludable y cultural, obtenidos a través de métodos ecológicos.

Las soberanías se concretan en el derecho de las personas de vivir, elegir y cambiar su identidad sexual libremente. 

Las soberanías se concretan en el derecho de las personas y de los pueblos a vivir relaciones plenas e igualitarias independientemente de su lugar de origen, de su lugar social, de su identidad cultural, y a establecer y cambiar su lugar de residencia y de trabajo allá donde lo consideren más oportuno.

Las soberanías se concretan el derecho de las personas y de los pueblos a la planificación, gestión y disfrute colectivo de su territorio y de las relaciones socio-espaciales que se deriven.

Las soberanías se concretan en el derecho de las personas y de los pueblos a identificar y a crear todos y cada uno de los espacios de soberanía que estimen oportuno, y a constituirse y a reconstituirse tantas veces como les sea necesario. 

Sabemos, que las soberanías son antagónicas a los soberanos, a las opresiones y a los privilegios, y que cuanto más presentes y más temibles los sentimos, más cerca están de ser abolidos. Que la noche es más oscura justo antes de amanecer. Que lo viejo no termina de morir, y lo nuevo no termina de nacer. Y sí, tenemos miedo. Porque somos memoria, tenemos miedo. Y sí, aquí estamos. Porque fueron semilla, aquí estamos. Lo que que solas no podemos, sabemos que juntas lo conseguiremos. Somos semilla. Sed memoria. #JuntesHoPodemTot!

 

18 d'octubre de 2017